Círculo de amigos
“Donde el niño aprende a confiar en si mismo y en el otro”
En Kindergym entendemos que mirar al niño con todo su potencial, es fundamental para lograr una mejor intervención y favorecer la eficiencia en su aprendizaje. De esta comprensión surge la importancia de la autoestima, la seguridad y la inteligencia emocional como pilares de nuestro modelo educativo, el cual se sustenta desde la neurodidáctica.
Entender el Círculo de Amigos dentro de este enfoque del modelo educativo Kindergym no implica verlo solo como las acciones que suceden durante la rutina diaria: Asistencia, Calendario, Noticia, Sentimientos y Pregunta del mes. Es, además, un espacio que profundiza en cómo se encuentra el niño que va a aprender, ayudándole a desarrollar habilidades personales, actitudes y aptitudes que le ayuden a conocerse y comprender a otros.
Entonces, qué tal preguntarnos: ¿qué pasará con un niño que todos los días se siente cuidado, atendido y visto?
Simplemente, su cerebro entenderá que existe una manera positiva de relacionarse. Esto se traduce en pensamientos y, literalmente, en la creación de nuevas conexiones neuronales que refuerzan la manera de vincularse. Esta arquitectura cerebral, se llama aprendizaje en acción: los circuitos que más se utilizan se fortalecen, y esos mismos circuitos serán los que el niño utilice para modular su conducta, tomar decisiones y responder al entorno de manera más equilibrada. Gracias a este proceso biológico, resulta mucho más fácil regular los comportamientos, porque el niño observa y responde a través del filtro de un circuito aprendido.
En este sentido, el Círculo de Amigos es un espacio simbólico dentro de la rutina de Kindergym donde los niños aprenden a sentirse parte de un grupo. Estar en círculo significa mirarse, reconocerse, sentir del otro cercano y, eso genera seguridad. Lo esencial, es favorecer que es un placer de estar juntos. El círculo se convierte en el lugar para expresar sus emociones, atreverse a hablar, a escuchar, a existir con los demás.
En términos de desarrollo, este espacio funciona como un ritual de cuidado mutuo. Cuando un niño comparte cómo se siente o alguna experiencia, su cerebro registra: “no estoy solo, pertenezco, soy importante para los demás porque me escuchan”. Esta vivencia genera anclas emocionales que promueven seguridad, empatía y desarrolla sus habilidades socioafectivas para construir relaciones sanas.
Asimismo, cuando la maestra escucha con atención y responde a la emoción antes que la palabra, es decir actúa con un gesto responsivo. De esta manera logra sincronizarse con los niños y responder de forma predecible, lo que se denomina contingencia social.
Desde el aporte de la neurociencia, investigaciones de la Universidad de Harvard han demostrado que la oxitocina, la hormona del apego, contribuye a fortalecer la base neurobiológica del bienestar (Waldinger, 2015).El Círculo de Amigos, promueve que se genere, por ello a los niños, les gusta estar en ese momento porque les hace sentir bien.