Pensar a tu hijo en el kínder es siempre con la esperanza de que se adapte, esté feliz y aprenda muchas cosas. Es un paso importante que, sin duda, crea un poco de ansiedad.
El kínder es más que armar rompecabezas o legos, pegar y cortar; es una extraordinaria oportunidad para formar hábitos y estructuras de pensamiento, motivar mentes curiosas, hacer niños activos de quienes les guste aprender a aprender, con herramientas para relacionarse con los demás y valores que les permitan tomar decisiones para mejorar el mundo. Suena muy ambicioso, pero pensar en grande con los pequeños es asegurarnos de que ellos posean las destrezas necesarias para desenvolverse bien en la sociedad, que mejoren su entorno… un gran compromiso que adquirimos al formar una familia y al escoger una escuela de calidad.
Para muchos niños, ésta es su primera experiencia escolar, es cuando conocen lo que significa “ir a la escuela”, pues en parte ellos aprenden habilidades sociales como tomar turnos, trabajar y jugar de manera cooperativa con sus compañeros; adquieren conocimientos al escribir y leer, practican artes visuales, música, matemáticas, ciencia y otras materias que les serán muy retadoras dentro de un programa.
Por otro lado, los papás en esta etapa también aprenden a socializar, se relacionan con la institución, se adaptan a los lineamientos, forman la comunidad escolar, son parte activa de la educación de los hijos. Así, se forma una triada importante: familia-escuela-sociedad.
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